SANACIÓN SEXUAL – José

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Octubre 2016.

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Comencé con las sanaciones tántricas movido por dos inquietudes diferentes.  Por un lado sentía que mi vida sexual tenía mucho margen de mejora y por otro quería profundizar en el conocimiento del Tantra como arte espiritual y energético.

Algo me decía, respecto a la sexualidad, que ésta podía dar mucho más de sí de lo que ya había conocido. No es que no hubiera tenido experiencias de muchos colores diferentes, en general sentía que la vida me había regalado conocer mujeres y aventuras románticas interesantes, sino que percibía que las relaciones sexuales tenían mucho más para ofrecerme.

También había habido una buena dosis de dolor en esas aventuras; yo pensaba que el precio a pagar por tener relaciones era bastante alto. La sensación de abandono o traición también había estado presente y en ese momento no era capaz de ver hasta qué punto estos sentimientos tienen su arraigo en la propia concepción errónea de la vida y las experiencias de la infancia y adolescencia.

Recibir y dar sanación comenzó a llenar de sentido las dudas y sensaciones incompletas que había en mi respecto a la sexualidad y las relaciones.

Al recibir sanación, por primera vez en mi vida, pude experimentar la entrega completa de una mujer dedicada con toda su alma a mi gozo. Esa sensación, por sí misma, ya reparaba mucha frustración del pasado.

Unas manos sabias recorrían mi cuerpo con la única intención de que me pudiera abandonar a la experiencia del goce. Me emociono sólo de pensarlo. Claro que había tenido relaciones con mujeres que me ofrecían placer, pero esto era distinto, porque en la sanación percibía una ausencia total de límites para sentir, al no haber obligación, ni expectativas, ni más contrato que el protocolo fijado para ese espacio sagrado, podía liberarme de toda carga y dedicarme plenamente a sentir, experimentar, en una palabra, volar con los sentidos.

Durante el tiempo que duraba una sesión, que es suficiente como para sentirte colmado, podía  abrirme al cien por cien al descubrimiento de la experiencia del placer y de la indagación de las huellas de dolor impresas en mi cuerpo.

Era, y sigue siendo, una experiencia llena de sentido el poder acceder a memorias pasadas de sufrimientos y carencias y sanarlas mediante el sonido, la caricia cuidadosa, las oleadas de placer y el acompañamiento de una bella mujer

Poco a poco, sesión a sesión, mi cuerpo ha ido aceptando el tacto y las diferentes propuestas de mi sanadora. Ahora se abre con total confianza y mi conciencia, que antes se distraía por momentos brilla en la presencia del momento, sin querer perderse ninguna de las sensaciones y emociones que se van a presentar durante la sesión.

Cada sesión es diferente, incluso aunque se hagan los mismos pases y se cumpla un orden, y mi cuerpo se abre y libera llevándome a un universo de gozo que ninguna relación sexual me ha podido producir nunca.

Pero hay más, mucho más, al sensibilizar el cuerpo con el masaje y las caricias de manos expertas, te vuelves más consciente, con mayor capacidad de estar presente en la vida, mayor centramiento y mayor empatía con las personas. Puedo decir que soy más yo mismo, que tengo una visión más clara de quién soy y mis capacidades y una mejor asertividad y actitud proactiva desde que recibo sanación, y que comprendo mejor a las personas y hasta me resulta más fácil confiar y trabar amistad.

Podría llenar páginas con las experiencias vividas en estas sanaciones, porque tengo el recuerdo de ellas como algo entre lo más preciado que he sentido, pero tal vez lo más interesante sea el descubrimiento de un ámbito interior luminoso y lleno de disfrute, una dimensión en la que se habla el lenguaje del gozo, en el que el pensamiento queda en un segundo plano y la sensibilidad se despierta para nutrirte de vivencias.

Un espacio donde el cuerpo desaparece para ser  un alma llena de amor y vida; un alma vibrante, despierta, apasionada, emocionada con el descubrimiento; un alma que se conecta de un modo sutil y lleno de belleza con el universo.

No podría decir que una sanación tántrica no sea sexo, pero sin ninguna duda, la sanación tántrica es mucho más que sexo, es la apertura a una vivencia humana de muy hondo calado y sentido que amplía y sana por completo la sexualidad.

Y , con ella, mi vida ha cobrado una alegría de existir y una razón de ser que nunca hubiera imaginado.

Amerai es pura sensibilidad en un corazón limpio.

Su cuerpo te acoge en la sanación y sus manos le hablan a tu piel, de un modo tan dulce, tierno y, al mismo tiempo firme y confiado, que te puedes entregar como quien llega a casa tras un largo viaje .

Como mujer es inteligente, muy capaz y valiente en todo lo que emprende, pero sobre todo es humana: escucha, comprende y abraza con alta calidad ética y compasiva.

Y todo lo hace con una vitalidad contagiosa.

Una mujer imprescindible.

José Maria Sarto Ruiz.

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