¿Por qué es un colibrí nuestro icono?
El colibrí, pequeño pájaro americano, posee un significado espiritual muy poderoso. En los Andes connota resurrección; así como el Ave Fénix resurge una y otra vez de sus cenizas, el alegre colibrí parece morir en las noches frías para volver a la vida con cada nuevo amanecer, mostrándonos así que, por más que caigamos, podremos siempre levantarnos con perseverancia y continuar nuestro camino. Simboliza pues nuestro origen divino y nos recuerda que somos hijos del Sol y de la Luna, espíritu y materia. Su rápido aleteo metaforiza un movimiento infinito, el eterno devenir, nuestra continuidad.
Según una leyenda Maya, la energía de este pájaro está relacionada con el Amor y con la Alegría de vivir. Esta mitología nos enseña que, aunque el dolor cierre nuestro corazón, este tiene la oportunidad de sanar, de ser libre y de abrirse de nuevo; la velocidad del vuelo del colibrí, mensajero y guardián del tiempo, portador de noticias repentinas, nos trae amor, alegría y belleza como ninguna medicina sabe hacer.
Al pasar gran parte de su vida bebiendo el néctar de las flores, este ave adquiere la capacidad de superar las capas más amargas y superficiales de la flor antes de llegar al preciado y dulce jugo; esto nos enseña que debemos saborear cada momento de la vida como un exquisito manjar y apreciar las cosas que nos nutren, pese al esfuerzo, siendo persistentes, sin quedarnos en lo superfluo.
El colibrí nos muestra también una feroz independencia, una lucha sin dolor, un coraje sin violencia para con nosotros mismos y los demás, lo que representa una parte importante de la curación. Además, se trata del único ave capaz de volar hacia atrás, lo que nos ilumina sobre cómo rememorar el pasado sin anclarnos a él, como impulso hacia adelante en nuestro crecimiento. La recuperación de las partes perdidas de nosotros mismos nos permite ser independientes de forma saludable. Nuestra vida se convierte así en un paraíso de delicias, de flores, de aromas y sabores, de luz y color, y nos reímos, y disfrutamos, y apreciamos la magia del presente, la magia de estar vivos. Esta es la verdadera belleza de la creación.
Si hay algo que todos los seres humanos tenemos en común es el deseo de felicidad, el anhelo y la continua búsqueda de plenitud, de realización y de disfrute. Todos somos colibríes en este grandioso viaje, todos sentimos el anhelo de beber el néctar de la vida. Debemos percibir este camino como algo sagrado y fluir por él sin quedarnos atrapados en nuestra mente, en sus limitadas estructuras y sus complicados análisis sobre el mundo. Desde los ojos del colibrí, toda experiencia forma parte de un viaje épico, nuestro viaje.
Escogimos el colibrí como símbolo porque el Crecimiento Personal y el Tantra son para nosotros dos alas de un mismo vuelo; una vivencia interior, profunda e individual. La experiencia vital nos ayuda a enfrentarnos a los retos diarios y a los misterios de la relación con nosotros mismos y con los demás. Busquemos la luz a través de nuestras propias sombras, encontremos la libertad a través de la autenticidad, aprendamos a saborear los detalles que la vida nos brinda, desde la humildad, desde la inocencia, desde la apertura del corazón.