En el yoga, en el tantra y en cualquier técnica de interiorización, es indispensable que el pensamiento vaya disminuyendo hasta desaparecer a voluntad del practicante y que la atención se intensifique y aumente en claridad, profundidad y estabilidad.
El pensamiento maneja datos: los compara, los analiza y los combina, los aparta y los elimina. Para ello, utiliza representaciones mentales o creencias abstractas. La finalidad es el conocimiento. Y la atención vincula el intelecto con la conciencia, haciéndolos más inteligibles.
Mientras que el pensamiento gira alrededor del objeto pensado por medio de la mente, la atención une directamente el objeto con el sujeto. El ser humano está hipnotizado por imágenes ilusorias, por una sucesión de ideas que aparecen en su intelecto. A veces, estamos tan acostumbrados a ellas que llegamos a creer que son la única verdad. Llegando a dirigirlas y a modificarlas de manera bastante satisfactoria. Por ello, a veces, nos convencemos de que toda la verdad depende del hecho de acertar con la idea adecuada.
La mente humana posee verdades, pero nunca la verdad. La verdad del hombre es el hombre en sí mismo, todo él, incluida su mente, que es un aspecto muy elevado. Pero no es más que eso, una parte más de la totalidad del ser humano. La verdad contiene la mente, pero la mente no contiene la verdad
La tarea más positiva que la mente puede llegar a conseguir en relación con el trabajo interior es precisamente la de conocer su realidad. Aunque no nos sea necesaria, e incluso cuando nos perjudica, la actividad de pensar se ha convertido en un vicio que el ser humano ha adquirido y que utiliza de manera automática. Nos convertimos en esclavos de nuestra mente hasta que descubrimos que ninguna de las ideas que tenemos son nuestra única certeza. El ser humano tiene una actitud egocéntrica, quiere poseer la verdad para conocerla, pero es la verdad la que lo tiene a él.
La atención es el acto que permite progresar del aspecto superficial al profundo, de los aspectos complicados a los simples, y de los materiales a los espirituales. Es el entendimiento encarnado en el instante, es una experiencia, el eje de la vida psíquica. Es el centro de la vida consciente. Un centro que va más allá del tiempo y del espacio, más allá de lo físico y psíquico. Es el elemento común en todas las técnicas de interiorización y de desarrollo del ser humano. Es el acto de estar despierto y muy consciente, pero sin dirigirse a ningún objeto en particular. Registrando todo lo que aparece en la consciencia, pero sin quedar absorbida en el fenómeno, sino que conserva su propia postura central e inmóvil. No es una actitud pasiva, es el acto permanente de dominio y desarrollo de la mente, así como de los poderes y facultades superiores del ser humano. Y a medida que la atención es más profunda, se modifican los estados de consciencia.
El pensamiento presta la atención en los conceptos, las ideas y las imágenes. Porque es un proceso temporal y complejo, constituido por actos y elementos. Es el conocimiento fraccionado en unidades de tiempo y espacio. El mundo pensante es un círculo cerrado, una esfera limitada.
En cambio, la atención conduce al conocimiento como instante atemporal, como punto sin espacio. Y desarrolla de manera instantánea la intuición. Cuanto más profunda es una, más elevada es la otra. La atención es un acto simple: aquí y ahora.

Terapeuta, facilitadora y formadora con experiencia establecida en Tantra, Neotantra y Sexualidad Consciente. Te acompaño a que conectes con tu auténtica esencia y te guío en un viaje mágico y sanador a lo más profundo del ser.
Te ofrezco mi guía por un camino ya vivido, por una senda que conozco y en la que te doy la mano.