Enero 2017.
Durante las pasadas fiestas navideñas tuve el privilegio de disfrutar de Bali durante tres semanas. El objetivo de este viaje era, mediante un curso de crecimiento personal, seguir investigando mi mundo interno, buscando mi libertad y mi felicidad, descubriendo nuevas partes de mí.
Bali es una isla indonesia rodeada de arrecifes de coral, situada en el océano Índico. El clima tropical monzónico la dota de una temperatura media de entre 20 y 33 grados. Su pueblo desciende de una raza prehistórica a la que se sumó la entrada de los hindús hace más de dos mil años. El hinduismo balinés, practicado por el 90% de la población, integra pinceladas animistas y budistas.
Sin conocerte, la isla te recibe, te acoge y te envuelve con su clima, sus colores y olores, su vegetación y sus frutos, sus gentes alegres y serviciales. En ella el movimiento te abraza en un ir y venir de olas cargadas de espiritualidad, que te bañan de una energía alegre y joven. Impregnada de esta vivacidad, una tiene la seguridad de que todo está bien.
Solo es necesario poner un pie en esta tierra para olvidar la agenda propia o para mirarla con ojos nuevos y darse cuenta de que no es necesario poder con todo, hacer sin descanso, ser eficiente y buena, dar la talla, resultar adorable. Una puede dejarse ir y pausar el ritmo habitual para dedicarse a paladear cada instante, a mirar, a compartir miradas, a ser vista en su total esencia y amplitud.
Personalmente he experimentado la sensación de haber hecho las paces con toda la lucha que en mi infancia tuve que librar por mi supervivencia, una lucha que ahora agradezco pero que me ha obligado a vivir sin escuchar mis propias vulnerabilidades y limitaciones. Esta toma de consciencia me ayuda ahora a amar con el corazón en la mano, del todo abierta, conectada a mis miedos y capaz de escucharlos.
Bali me ha regalado un nuevo canal hacia mi parte más dulce y femenina, hacia una paz interna que ahora veo con claridad proyectada en lo exterior. Este sosiego me permite parar, dejar de hacer y abandonar el control, para confiar por fin y reconducir mi energía hacia una vida que avanza y que no quiero que se me escape entre los dedos. Bali es algo místico y a la vez terrenal que nos enseña a darnos al intenso sentir.
Amerai Carrera

Terapeuta, facilitadora y formadora con experiencia establecida en Tantra, Neotantra y Sexualidad Consciente. Te acompaño a que conectes con tu auténtica esencia y te guío en un viaje mágico y sanador a lo más profundo del ser.
Te ofrezco mi guía por un camino ya vivido, por una senda que conozco y en la que te doy la mano.
2 ideas sobre “BALI, un paraíso místico y terrenal”
Que bueno Amerai… !!! Cómo me gusta leerte y lo bien que trasmites experiencias y sensaciones. A veces me pregunto porqué dejamos que nuestros trabajos nos condicionen de tal forma que tenemos la sensación que solo vivimos para ello. Nos exigen, nos comparan …” …hay que cumplir con los objetivos pactados…” hay que dar la talla” …se puede con todo…? Que locura cómo vivimos y lo peor que es tan fuerte esa influencia que muchas veces caemos en esa rutina…que solo te conduce a la desdicha y al stress.
Un beso enorme y Gracias por compartir y por todo lo que nos aportas día a dia !!!
No he tenido la suerte de estar en Bali, pero tras leer este artículo, me queda claro que es un destino al que me encantaría ir.
Gracias por compartir tu experiencia, nos da a todos la oportunidad de aprender y de crecer juntos.
El cambio se refleja en ti, con lo que tus palabras tienen el poder de la verdad.
Namaste