Octubre 2017.
Toneladas de amor concentrado me impulsan. Una fuerza sutil nace y crece en la atmósfera de la noche. Una pura vivacidad me susurra secretos escondidos, maneras diferentes de ser en el universo que solo la divina feminidad puede revelar.
Después de esa primera experiencia, la empecé a ver y a sentir en muchos contextos diferentes, presente en todas partes; la energía reinaba y brillaba y mi cuerpo temblaba con ella, se estremecía, y un éxtasis sublime resplandecía en mi interior.
En mis estructuras y rutinas —sin ser rígidas, aunque sí algo más que ahora— esa poderosa potencia iba y venía tan inesperadamente como las olas, aparecería por sorpresa cuando contemplaba una puesta de sol o cantaba un mantra, mientras miraba a los ojos de un amado o impartía un taller, a cualquier hora y en cualquier lugar, a bendecirme con su manifestación.
Unas veces podía sentir su palpable presencia flotar en el aire, a mi lado, emanando amor maternal en suaves ondas. Más a menudo la reconocía como una fogosa sensación de luminosidad que impregnaba el espacio o como una sensación de felicidad absoluta que no solo recorría mi espina dorsal sino que además colmaba mi interior y explotaba a la altura de mi corazón para rodearme con su delicado y dilatado abrazo de consciencia.
Uno de sus efectos más preciosos fue el de enamorarme del mundo entero de forma natural, integrando todo cuanto me rodea y haciéndome sentir una con todo, todo en mí, invitándome a entender que el mundo y yo estamos hechos del mismo material. La consciencia me puso en contacto con algo que me hace sentir como el alma en el mundo físico, una profunda pulsación de felicidad que con el tiempo aprendería a reconocer como una de las firmes características de la presencia de la Diosa.
La divinidad femenina tiene miles de nombres y miles de estados anímicos, pero cuando ella elige mostrarse y aparecer, muy a menudo se muestra así, como un éxtasis difícil de transmitir e imposible de ignorar. Me obliga a callar cuando hablo y, en cuestión de segundos, me arranca lágrimas de felicidad infinita que resbalan por mis mejillas, sumiéndome en un estado indescriptible; y podría, impregnada de esa emoción hasta entonces desconocida, seguir llorando impresionada por su impulso y reconocer que lo acaecido cambiará mi vida, mis prioridades y la realidad del ser, del amor y de la vida, haciendo añicos el poco escepticismo que pudiese quedar en mi experiencia.
También descrita como una sutil energía vibracional, substrato de todo lo conocido, los yoguis experimentamos esta fuerza no como una simple y abstracta vibración sino como la expresión del poder divino femenino al que llamamos Shakti. Este poder innato se manifiesta en cinco caras: el poder de estar consciente, el poder de sentir éxtasis, el poder de la voluntad o deseo, el poder de saber y el poder de actuar; los sabios tántricos personalizaron esta energía en el lenguaje mitológico mediante las figuras de las Diosas del Panteón Hindú.
Estos cinco poderes se combinan para actuar en la creatividad cósmica cuando la divina inteligencia hace girar al universo fuera de sí mismo, tal y como la mente humana crea un sueño o fantasía en su propia pantalla. Todos entendemos la creación del cosmos como aquella explosión llamada Big Bang y su posterior y lenta expansión en una danza de soles y planetas que dio lugar a la vida en formas sofisticadas, incluidas las personas humanas.
Según la sabiduría tántrica, fue la Danza de la Shakti quien creó toda esta realidad; entendemos por tanto su poder como un proceso que avanza hasta lo biológico y que la lleva a actuar incluso a través de nuestros pensamientos y emociones. Así pues, ella se convierte en cada átomo. Y nosotros estamos hechos, en esencia, de Shakti.
En mi camino de mujer tántrica y de aprendiz de los poderes de la Shakti, agradezco solemne y profundamente la oportunidad de haber podido conectar con la energía y la esencia que nos mueve a todos y a todo, el despertar de la Shakti en mí, mi despertar.
Amerai Carrera

Terapeuta, facilitadora y formadora con experiencia establecida en Tantra, Neotantra y Sexualidad Consciente. Te acompaño a que conectes con tu auténtica esencia y te guío en un viaje mágico y sanador a lo más profundo del ser.
Te ofrezco mi guía por un camino ya vivido, por una senda que conozco y en la que te doy la mano.