Miedo versus confianza

El cuerpo almacena mucha información y cuando encuentro resonancia en un cuerpo, en una sesión de masaje, por ejemplo, significa que la esencia de la persona está tocando la misma esencia en mi. Hay un contacto y una sensación de unidad. 

La idea no creo que sea difícil de comprender. A veces en la vida, también pasa lo mismo, que con algunas personas no sientes ninguna conexión, pero con otras te sientes a ti mismo de forma espontánea y naturalmente lleno de alegría, relajación y conexión.

Esto tiene mucho que ver con la capacidad de poder estar y ser simplemente en el momento presente, y experimentar la vida desde la confianza en lugar que desde el miedo. 

Todo esto empieza a una temprana edad, muchos padres consideran que un niño es una página en blanco, o una “tábula rasa” que creen que, si no escriben algo en esta página en blanco, el niñ@ no sabrá qué hacer en la vida, o aún peor, el niño terminará haciendo nada en absoluto. Así que perciben que es su deber moldearlo, instruirlo e indicarle que cosas se deben hacer y cómo se deben hacer. Cualquier niño tratado de esta manera tenderá a temer sus impulsos naturales, especialmente cuando entren en conflicto con las directivas de los padres. Siempre tendrá una duda en su interior: ¿Lo que siento está bien o mal? Y como resultado se irá disociando de su sentir y expresión más genuino y verdadero.

Hay otro tipo de padres, o si se prefiere, hay otra forma de educar a los niños. Y es enseñar la confianza en sí mismo. La confianza en uno mismo surge del punto de vista de que todo el mundo nace como parte de una vasta y fluctuante red de energía, similar a un río. Si descansas en él, este río te llevará a nuevas experiencias positivas. Te inspirará a emprender acciones únicas y creativas, cosas que no se pueden decidir de antemano pero que surgen en el momento como las olas; si te dejas llevar, sino pones resistencias, especialmente cuando estas provienen de la mente. Si un niño es educado por padres que comprenden esto, el niñ@ no producirá ninguna división en su interior, no habrá conflicto entre lo que es y lo que debería ser.

Las dos visiones de la vida están inevitablemente en contradicción entre sí. Una se basa en el miedo, la otra en la confianza. Con el primer punto de vista, la persona nunca puede relajarse, siempre tiene que controlar para asegurarse de que las cosas van bien. Con el segundo punto de vista, la persona puede permitirse la relajación porque sabe, en el fondo, que todo saldrá bien con toda seguridad, aunque por el camino sucedan cambios inesperados, conjunciones y/o contratiempos. Por lo tanto, la segunda visión crea una relajación general en el cuerpo y en el sistema nervioso, mientras que la primera se traduce en una contracción general y constante.

La mayoría de las personas en el mundo viven con la actitud del miedo, y por eso están tensas continuamente. Una minoría más pequeña de personas lleva la actitud de la confianza, no solo en lo mental o emocional, también impreso en el cuerpo físico. Quizás una actitud no sea necesariamente mejor que la otra, pero ciertamente una es más fácil de sobrellevar y sobretodo más divertida que la otra, ya que te conecta más a Eros (la belleza de la propia existencia), en lugar de a Tánatos (la supervivencia) . Y la buena noticia es que es posible elegir el enfoque relajado de la vida como adulto, aunque tus padres no lo compartan ni hayas sabido transmitirte otras formas de relacionarte con a la vida. 

Por ahora, la cuestión es que cuando confías en la vida, te relajas. Es esta relajación la que produce la resonancia y es cuando se amplifican las posibilidades, desde la mirada interna creativa e inocente. La confianza es una decisión de tu parte, es no fijar de antemano lo que vas a hacer, no preparar, no planificar, simplemente encontrarte con los acontecimientos del momento y fluir naturalmente con ellos, sin evitarlos, ni enfadarte. Y entonces es la vida la que te moldea, la que te da continuamente nuevas formas, de modo que no tienes una forma o postura fija en particular. De hecho, nunca podrás saber quién eres si esperas encontrar una forma fija: eres un pequeño río conectado a un río mucho más grande que siempre está cambiando. 

Cuando encuentro resonancia en un cuerpo, me indica que la persona sabe lo que significa “dejarse llevar” por el río de la vida. De ahí la importancia e incremento constante de la demanda a recibir sesiones individuales donde podemos cambiar “el estado y la relación natural” de habitar tu cuerpo, desde dentro. Invitándolo a despertarlo, suavizarlo, conectarlo, amarlo y sentirlo plenamente.

Tal vez te preguntes, si la resonancia se crea con la relajación, ¿por qué no la tiene todo el mundo? La respuesta es que no estamos acostumbrados a la relajación, sino al esfuerzo. Todo el mundo nos enseña a tener objetivos y a esforzarnos por alcanzarlos, especialmente nuestros padres. Nos inculcaron muchas ambiciones, por ejemplo, ser los primeros de la clase, tener una profesión reconocida, disponer de una casa, un coche, tener éxito, ganar mucho dinero, etc. ¿Cuántos de nosotros hemos crecido con la creencia de que, así como soy, no soy suficiente? De que no soy perfecto tal y como soy…. 

Estas creencias y mensajes impuestos, fácilmente impresos en nuestros genes y heredados por nuestros antepasados, requieren de esfuerzo, mucho esfuerzo. Nuestros músculos se contraen crónicamente debido a este esfuerzo, a esta presión y después de cierto tiempo empezamos a experimentar esta tensión en el cuerpo como nuestro “yo”. De hecho, cuanto más nos esforzamos, más intensamente sentimos este yo, y empezamos a creer que es lo que somos. Pero en realidad este sentimiento sólido y sustancial, basado en la tensión, no tiene nada que ver con lo que realmente somos. Es sólo la personalidad.

La personalidad es la suma de todos nuestros deseos de llegar a ser alguien o algo. Pueden ser deseos que absorbemos de otras personas o nuestros propios deseos, no hay mucha diferencia porque el esfuerzo por cumplirlos crea la personalidad. Generalmente las personas se sienten orgullosas de lo que han conseguido con esfuerzo. Se puede oír en la voz de alguien que dice: “Soy médico”, o “soy profesor”. Pero la personalidad es en realidad lo que nos mantiene separados de los demás. Es como una concha que rodea la semilla de la vida y la protege. Lo curioso es que muchas personas andan encerradas en su caparazón, incluso presumiendo de él, sin darse cuenta de que son guardianes de algo mucho más precioso y valioso, que viene de lo más profundo de su SER.

Sabemos cómo vivir esforzándonos, hemos adquirido la certeza de que podemos ganar suficiente dinero para sobrevivir, por lo que la propuesta de relajarse, de no esforzarse, es un poco desconcertante. Inmediatamente surge la pregunta, ¿qué pasará si me relajo? ¿Cómo podré sobrevivir? Bueno, no voy a responder a estas preguntas en una frase, pero puedo decir por experiencia propia que es muy posible disponer de una vida rica, tanto internamente como externamente sin tanto esfuerzo, sin presión, ni tensión. 

Ahora mismo puedo sugerir un nombre para aquello que es lo contrario de la personalidad: EL SER. El ser simplemente está ahí cuando no te esfuerzas. A veces lo sientes de forma inesperada mientras escuchas música, o estás tumbado en la playa, o conduces tu coche sin necesidad de apresurarte, o sientes la fusión con todo dentro de ti. Te sientes bien, no tienes preocupaciones ni preparativos, estás contento, es un “contento” que no tiene ninguna causa particular y viene desde lo más profundo de tu interior, de tu verdad, en armonía con todas tus partes, desde este presente la mente deja de fabricar objetivos para “llenarse de deseos” y así atrevernos a experimentar el miedo al vacío y la totalidad de tu esencia en continuo cambio, transformación y movimiento. El Tantra y Neotantra es una de las mejores herramientas que he probado para expermientar a largo plazo, estos estos estados expandidos de consciencia, llenos de gozo, serenidad y paz interior.

Amerai Carrera

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