Sufrimiento versus Dolor

A veces parece que el ser humano es adicto al sufrimiento, incluso cuando disponemos del espacio y tiempo para relajarnos, descansar y gozar, podemos seguir buscando motivos para sufrir, atormentarnos y castigarnos a nosotros mismos y/o a la persona que tenemos al lado, aunque esos “motivos” sean ajenos al sujeto en cuestión o innecesarios al haber desaparecido la causa que producía el dolor, me pregunto ¿Por qué?

Entiendo que el dolor y el sufrimiento son comunes, inherentes e inseparables a la vida humana, el dolor no se puede eludir o evitar definitivamente, aunque tratemos de huir a toda costa y desarrollemos infinitas estratagemas para evadir sentir lo que experimentamos en nuestro cuerpo físico, emocional, mental y energético.

La palabra sufrir, viene del latín: sufferre. Ferre quiere decir algo así como: llevar o soportar. Entonces palabras como aguantar, tolerar, sobrellevar, padecer son sinónimos de sufrir.

La palabra dolor, viene del latín: doloris, y es un nombre de resultado o efecto: -or sufijo de resultado de la acción del verbo latino doloris, que es así mismo sufrir. Su raíz indoeuropea quiere decir algo así como alisar, cortar, pulir y también vemos del verbo latino dolare: devastar, pulir, labrar.

Solemos utilizar estas dos palabras: sufrimiento y dolor como sinónimos. Aunque no lo son.

Abrirnos a vivir la vida, conlleva cierto riesgo, especialmente cuando nos arriesgamos a SER con pleno potencial, podemos sentir dolor por un sinfín de razones; el dolor es genuino, legítimo, natural e incluso necesario para vivir y seguir aprendiendo. El dolor es el daño causado por una agresión o molestia aguda, que dura hasta que desaparece la causa que lo produce. El dolor siempre afecta y repercute, al organismo o cuerpo físico de las personas, aunque se origine desde el pensamiento y/o la emoción.

El sufrimiento, en cambio, es la preocupación, molestia o disgusto, tanto ­físico como psicológico, ­emocional o mental que atormenta a las personas y es difícil de vencer o ­superar. Aunque si es evitable.

El dolor, duele; el sufrimiento martiriza y ­desespera. El dolor deja cicatrices; el sufrimiento, huellas en el alma. El sufrimiento puede perpetuarse de por vida, aunque el hecho que lo provocó ya haya pasado.

El temor, la culpa, la vergüenza, el remordimiento, el reproche moral, la frustración, la sumisión, el “No querer hacer”, el “No poder hacer” y el “No controlar” son algunas de las causas del sufrimiento consciente emocional. Y para algunas personas a veces, estas causas descritas pueden generar gran placer inconsciente a la persona, puede haber un beneficio oculto a ese comportamiento tales como: la negación de vivir el dolor como defensa al mismo. La no responsabilidad ante mi vida. La no aceptación a la situación. La necesidad de llamar la atención. La negación al cambio interno e individual y sobretodo la identificación con el personaje de la víctima, y así manipular el entorno.

El sistema nervioso es sometido al desgaste. Es una alerta emocional cuando se produce una ruptura entre lo esperado y lo obtenido. Es una alerta física cuando los daños son producidos en estructuras orgánicas ajenas al sistema nervioso. Se manifiesta como dolor, y se percibe como peligro, a menudo el cuerpo entra en un estado de alerta y como medida de protección, el cerebro se desconecta para evitar sentir más sufrimiento. El ser humano intentará estar lo más ocupado posible, o distraído para no sentir o adormecer ese dolor, aunque el sufrimiento siempre es consciente.

«El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional» decía Buda después de años de aprendizaje y meditación. Del mismo modo, para Alejandro Jodorowsky el dolor es un aspecto inevitable de nuestra existencia, mientas que el sufrimiento depende de nuestra reacción frente al dolor y para los budistas el dolor es inevitable y el sufrimiento opcional.

Yo creo que el dolor no siempre es negativo, es positivo cuando alerta de la existencia de un mal o enfermedad. Cuanto más conectados estamos a nuestro interior, a nuestro cuerpo físico, emocional, mental y energético, mayor será nuestra capacidad para liberar, desbloquear y soltar lo que no es necesario. Por eso en las sesiones individuales te acompaño a reconectar y sensibilizar todos tus cuerpos, para que, gracias a la comunión y armonización de tu mismo organismo, puedas aprender el arte de la auto curación y el restablecimiento de tu propia salud.

Creo que en la mayoría de casos el sufrimiento se convierte en un patrón de comportamiento que hemos desarrollado para poder sobrevivir, en el que intentamos huir desesperadamente para evitar sentir el miedo, la vergüenza, el dolor y así aparentemente “no sufrir tanto”, aunque el peaje que pagamos por ello sea que paulatinamente vayamos cerrándonos a esa capacidad de escuchar, sentir y conectar con nuestro interior, y vayamos creando una pantalla, una coraza que aunque aparentemente nos protege también nos va progresivamente insensibilizando a nuestra propia fuente de placer y energía vital.

Yo creo que el sufrimiento es una elección, incluso a veces es una posición de vida, una manera de mostrarse a los demás y/ o negar la responsabilidad hacia tu propia libertad.

Te invito a que te hagas las siguientes preguntas y las medites, incluso las escribas:

  • ¿Sigo sufriendo por algo que persiste en mi recuerdo, aunque el dolor que lo provocó ya no exista?
  • ¿Que mochila de dolor ajena sigo llevando sobre mi espalda? ¿que me aporta a nivel oculto o inconsciente? ¿puedo soltarla? ¿y que me lo impide?
  • ¿me duele el cuerpo físico? ¿hay zonas donde hay dolor, tensión o molestia? ¿me he acostumbrado a ello? ¿no tengo consciencia de mi cuerpo, no siento ni dolor ni placer?
  • Si soy honesto conmigo mismo y no minimizo, ¿Siento rabia, tristeza, impotencia, culpa, vergüenza o frustración?
  • ¿Tengo pensamientos negativos recurrentes o de auto negación? ¿estoy constantemente preocupándome y ocupando mi mente en el pasado o en el futuro?
  • ¿Tengo miedo al cambio?
  • ¿Creo que el sufrimiento es opcional o no?

 

Amerai Carrera

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