Tu vida te pertenece y también tus decisiones

El hecho de que una idea o una forma de hacer las cosas sea popular (por una gran mayoría de personas) no significa que sea adecuada o que funcione igual para todos. Sin embargo, parte de la forma en que algo se hace popular es que muchos de nosotros no nos tomamos el tiempo para determinar qué es lo saludable, sincero y alineado para nosotros en cada momento; simplemente tendemos a hacer lo que la mayoría de las personas que conocemos están haciendo e incluso para muchas personas el simple hecho de cambiar una creencia o un hábito después de repetirla durante mucho tiempo y de forma reiterada, tampoco significa que siempre tenga que ser útil ni beneficiosa para nosotros. De este modo, nuestras decisiones sobre la vida se toman por defecto, lo que significa que no son lo que llamamos decisiones o actos conscientes, suelen ser más bien automáticos. Puede haber muchas otras opciones disponibles, pero no siempre nos tomamos el tiempo de explorarlas y menos de cuestionárnoslas, renovarlas y cambiarlas. Un motivo puede ser, como resultado de sentirnos abrumados o presionados por las personas que nos importan y que ejercen cierta influencia sobre nosotros: la familia, los compañeros, la pareja y la humanidad en general, para hacer las cosas a su manera, como “siempre” se han hecho. Independientemente de la causa, es importante que, siempre que podamos, decidamos por nosotros mismos qué hacer con nuestras vidas y poder decidir des-de donde relacionar-nos, comunicar-nos y compartir, en lugar de dejarnos llevar por la corriente de la opinión popular o repetir los mismos patrones de comportamiento heredados de nuestro sistema familiar. Vivir con plenitud significa estar dispuestos a sentir y expresar nuestra propia verdad, nuestro propio ser que está en continuo cambio y movimiento, en consonancia con nuestro presente, en conexión con todas nuestras partes, des-de el aquí y el ahora, incluso pudiendo cambiar de opinión, si así lo sentimos.

No siempre es fácil tomar decisiones que van en contra de la corriente, y menos cambiar hábitos y costumbres. Muchas personas se sienten amenazadas cuando sus allegados toman decisiones diferentes a las suyas. Los padres y los abuelos pueden sentirse confundidos y a la defensiva cuando elegimos educar a nuestros hijos de forma diferente a como ellos nos educaron. Nuestros amigos o nuestra pareja pueden sentirse abandonados si decidimos cambiar nuestros hábitos o comportamientos. Mientras tanto, por otro lado, es fácil sentirse frustrado y a la defensiva cuando nos sentimos sin apoyo e incomprendidos simplemente porque pensamos por nosotros mismos. Puede ser agotador tener que explicar y reexplicar nuestros puntos de vista y nuestras razones.

Aquí es donde entran en juego la amabilidad, la apertura y la tolerancia. Ayuda que seamos tranquilamente persistentes, coherentes y claros al comunicar a los que nos rodean por qué tomamos las decisiones que tomamos. Al mismo tiempo, tenemos derecho a decir que estamos cansados de hablar de ello y que simplemente necesitamos que se respeten nuestras decisiones, nuestro tempo y espacio. Nuestra vida nos pertenece y nuestras decisiones también. Los que nos quieren de verdad estarán a nuestro lado y apoyarán nuestras elecciones, sin importar lo que sea popular o “normal” aunque sea diferente a lo que ellos hacen, piensan o sienten. Para ello será necesario estar bien conectado a nuestro rico y abundante mundo interior, a despertar y potenciar la sabiduría infinita de nuestro cuerpo, a confiar des-de el respeto y la libertad, a gestionar nuestras emociones de forma saludable, adulta y responsable, a dejar de victimizar ni buscar culpables, y abrirnos a vivir la vida en su totalidad des-de la receptividad, vulnerabilidad y compasión.

Amerai Carrera

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.