LILITH, la primera mujer, ¿demonio o shakti?

Enero 2017.

En la ley de la Naturaleza, el éxito de una especie reside en que se multiplique para evitar su desaparición; esta es la función de la pulsión erótica o el deseo, que en tantrismo se representa como shakti, energía en estado puro, femenina y fértil. Culturas y religiones restrictivas ante el deseo han incorporado en el ser humano culpas y negaciones respecto a esta pulsión erótica natural, dando pie a una paradoja.

Así, por ejemplo, encontramos en la Biblia dos versiones sobre la creación de hombre y mujer. Si bien se habla de Eva como costilla de Adán —esta es la versión más extendida en las culturas patriarcales—, podemos leer anteriormente que «a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó», como si mujer y hombre hubiesen sido creados a la vez, de igual modo.

Debemos la interpretación más clara de esta incoherencia a Robert Graves, quien afirma que la primera mujer del Paraíso no fue Eva sino Lilith.

Se cuenta que Lilith, quien se sentía igual a Adán, se negaba a hacer el amor con él desde abajo, en una postura que connotase sumisión, pues buscaba una relación entre iguales. Lilith, encolerizada, increpó a Dios —innombrable según la tradición—, consciente de que lo que tiene nombre puede ser conocido y nombrado; esto se consideró una gran ofensa teñida de soberbia y ella, que no pensaba someterse, decidió irse volando del Paraíso pese a que Dios, ante las súplicas de Adán, enviase a tres ángeles a buscarla.

Según dicen, Lilith fue a parar a orillas del Mar Rojo, donde fue esposa y madre de demonios.

Desde entonces, Lilith y el Paraíso vivieron en guerra: el cielo la castigó haciendo morir a cien de sus hijos cada día, y ella juró atacar a bebés y a madres, así como robar el semen que los hombres dejasen escapar durante el sueño.

Dios decidió entonces dar a Adán una compañera creada a partir de la costilla de este. Eva nace así sumisa y se acomoda. Lilith volvió entonces en forma de serpiente y se instaló en un hueco —matriz— del tronco del árbol, para apelar a Eva:

«¿Qué estás haciendo, mujer? ¿Te basta existir como costilla de él?»

En la tradición matriarcal, donde lo femenino es sagrado y no sufre restricciones verbales ni actitudes castrantes, Lilith representa —como Afrodita, entre otras— la gran madre creadora, pagana y terrenal, en oposición a la Sophia gnóstica, la Isis egipcia o la María cristiana, más propias del patriarcado, mujeres que aparcan la lujuria en pro de la pureza y del amor altruista.

Lilith, primera mujer, reside así en el origen de Kali, una de las diosas principales del hinduismo, shakti del dios Shiva, considerada madre universal.

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Amerai Carrera

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